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sábado, 2 de marzo de 2013

BIENVENIDA

Queridos amigos, os presento mi nuevo blog DOCUGEN, en el que ofrezco mis servicios como profesional en la investigación genealógica y documental. Quizá a alguno de ustedes le suene este oficio a cosas como "Aprendiz de sueños", "Inventor de palabras" o "Diseñador de promesas". Pero os aseguro que no tiene mucho que ver. Soy una experta "Documentalista de genes". Y si tu tienes la suficiente curiosidad, el dinero imprescindible para plantar este Árbol, yo me encargaré de regar y abonarlo lo suficiente para que sus ramas crezcan.
Mientras tanto, iré contando vuestras historias que irán llenando de contenido este blog, si así os place. Muchas gracias, aquí podéis encontrar mis datos de contacto, si queréis hablamos y nos vamos por las ramas...

Un saludo.

1 comentario:

  1. Recuerdo perfectamente la emoción con que Carmen Hernández me anunció el hallazgo del último eslabón -concienzuda y entusiásticamente perseguido- que ajustaba, con la fuerza y conclusión de una clave arquitectónica, todo mi linaje accitano. Se trataba de una partida registral que, de pronto, al cabo de un trabajo realizado con tesón encomiable, pero de resultado segmentado todavía, ensamblaba, en el nivel de la segunda generación originaria, la larga sucesión accitana de mi progenie: el registro histórico que ponía, por fin, en relación directa toda la secuencia de generaciones del apellido ‘Marruecos’ llegado de la entonces lejana villa castellana de San Martín de Valdeiglesias.

    Aquella flamante y exitosa integración, al cabo de una indagación constante -de la que, por cierto, Carmen me iba dando cuenta con puntualidad e impetuoso afecto-, no sólo culminaba una dedicación verdaderamente vocacional, un esmero exquisito, una competencia indudable en su formación como documentalista: el trabajo íntegro de Carmen inundaba ahora de luz nueva mi ámbito personal más íntimo, mi experiencia vital global; un más amplio horizonte, de alcances inéditos hasta entonces en mi vida, se abría para mí.

    Porque lo que Carmen Hernández me entregaba finalmente no era tan sólo una documentada sucesión de matrimonios y nacimientos, sino, también y sobre todo, la inmersión plena, la total zambullida que, a través de actas, pliegos, registros fotocopiados, ella misma había venido haciendo en la vida de cada uno de esos eslabones. De ese modo fui yo también viviendo, por ella y con ella, simultánea y emocionantemente, por ejemplo la singular historia de mi abuela Magdalena, la joven que en torno a 1.700 no quería dejarse atar el corazón; o el denuedo de Miguel, mi abuelo escribano del mediados de 1.600, que se consumía en un empeño -como él mismo dejó escrito con buen estilo- “a horas del día y deshoras de la noche”; o los sucesivos matrimonios de Antonio, que abrían ramas nuevas entrelazadas de familias; o la sugerente serie de recorridos familiares por la geografía en torno… ¡todo un legado documental que hoy, mis hermanas y yo, gracias a Carmen Hernández Montalbán guardamos en manuscrito como un tesoro personalísimo e intransferible!

    Pero el trabajo de Carmen me ha aportado además, por su propia consistencia, algo tremendamente importante ¡y que tantos intuyen y, sin embargo, atenazan en las corrientes hoy imperantes de un pensamiento fatuo! Me refiero a que estas ‘genealogías’ ponen en evidencia que en la "genealogía de la persona" está inscrita la "genealogía de la familia"; que la familia es una "experiencia de camino", una aventura rica en sorpresas, pero abierta sobre todo a la gran sorpresa: la sorpresa de la "comunión"; que el nacimiento de un hombre no es un simple dato estadístico, registrado como tantos otros en los balances demográficos, sino el nacimiento de “este hombre”, el cual, precisamente en esa gran comunión, adquiere su propia afirmación, la afirmación debida a su dignidad humana, porque “este hombre” que viene al mundo no es una “mónada” abstracta, aislada, sin puertas ni ventanas, cuyos derechos no guardan relación con su situación real de dependencia y tutela; que la concepción y la generación de un nuevo ser humano no son un proyecto de las leyes de la biología, sino un acontecimiento de cooperación amorosa del hombre para la continuación de la Creación. Dicho de otro modo: toda ‘genealogía’, como las que elabora Carmen Hernández, pone de manifiesto, documentadamente, que la llegada de cada uno de nosotros al mundo no es sólo fruto de la "generación biológica", sino que también y sobre todo es una "personificación genealógica"; o sea: es pro-Creación. Así hunde la genealogía de cada uno sus raíces en lo eterno. Así la genealogía es El Tesoro verdaderamente humano de cada hombre, de cada mujer.

    Gracias, Carmen, por poner ahora al alcance de todos un más hondo encuentro consigo mismos, un más vivo entendimiento de la familia humana.

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