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miércoles, 12 de noviembre de 2025
Documento de 1690 sobre la devoción a la Virgen de las Angustias en Guadix.
viernes, 17 de mayo de 2024
Pregón de San Torcuato 2024, por Carmen Hernández Montalbán.
Exmo. Sr. Obispo.
Ilmo Cabildo.
Excmos. Señores y señoras de la
Corporación municipal.
Hermanos de la Cofradía de San
Torcuato.
Queridos vecinos.
Agradezco la confianza depositada en
mí para pronunciar este pregón en el día de nuestro Santo Patrón San Torcuato,
figura cristiana que iluminó con su palabra la vida de los accitanos. Me honra
y me abruma al mismo tiempo, pues es una gran responsabilidad la de expresar
estas reflexiones en día tan solemne y significativo.
Decir Torcuato es decir Guadix, pues
este nombre ha estado ligado a nuestra tierra desde hace dos milenios y, aunque
la memoria de este santo varón y sus compañeros se haya perdido en la niebla de
los siglos tantas veces, así mismo ha vuelto a brotar como las aguas de un
venero subterráneo de estos pagos semidesérticos que nos circundan, porque la
fe es una epifanía continua que trasciende al tiempo y al espacio.
Decir Torcuato es decir Guadix, pues
decir Guadix es decir espíritu. Esta tierra de belleza conmovedora guarda la
esencia de los miles de almas humanas que la han poblado a lo largo de la
historia; desde la Acci invisible, pasando por la Iulia Gemella Acci, colonia
romana que descubrió Torcuato hasta nuestros días. Reconocemos a Dios en la
belleza, y así debió reconocerlo Torcuato al contemplar Guadix; un valle de
amaneceres lunares; cicatriz de agua y arcilla, vega fértil, espejismo coronado
por la nieve, donde la luz inicia, cada día, desde el alba al atardecer una
danza fastuosa con los elementos.
Decir Torcuato es decir Guadix y
decir Guadix es decir vida. Pues incluso en sus horas de decadencia se adivina
la solera histórica, su efigie de ciudad antigua. Y al alejarnos de ella, todos
los accitanos quedamos lacerados de melancolía, tal es la fuerza de su arraigo
espiritual y telúrico.
Decir Torcuato es decir: el que porta
el torques, el collar, adorno metálico que llevaban los guerreros más
distinguidos de los pueblos del norte de Hispania. ¿No es acaso un collar de
cárcavas insólitas lo que circunda nuestra ciudad? Torcado por la arcilla,
Guadix es también un símil poético del nombre de nuestro patrón.
La noticia de los santos varones
apostólicos nos llega a través de los manuscritos del siglo X, digno es de
mención el titulado Vita Torquati et
comitum (La vida de Torcuato y sus compañeros), que derivan de los
martirologios y misales más antiguos del siglo VIII. Torcuato y sus seis
compañeros: Tesifón, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Esiquio, ordenados
en Roma por los apóstoles San Pedro y San Pablo, son enviados a Hispania a
predicar la fe cristiana. La población de Acci, como la de toda Hispania,
formaba parte de los gentiles y rendían culto a los dioses paganos. Inspirados
por Dios, los varones se dirigen a la ciudad de Acci, hoy Guadix a predicar la
fe Cristiana. A corta distancia de la ciudad, se quedaron algunos a descansar
mientras otros se acercaron para comprar víveres. El pueblo, que estaba en
plena celebración de las fiestas a Mercurio, Júpiter y Juno les recibió con
gran hostilidad y les persiguieron de forma tumultuosa. En la fuga, al cruzar
el puente del río, este se derrumbó precipitándose en las aguas la muchedumbre
de los perseguidores. Esta señal prodigiosa llamó la atención de una noble dama
accitana conocida por el nombre de Luparia que los acogió en su casa y más
tarde hizo construir a su costa una basílica destinada al culto cristiano,
donde recibió las aguas del bautismo por Torcuato.
No menos prodigiosa es la
continuación de la narración que relata la existencia de un olivo milagroso que
cada uno de mayo, fecha en que se celebra la fiesta litúrgica de los Varones
apostólicos, florecía y daba fruto en veinticuatro horas, se decía que estaba
plantado sobre la tumba de un santo varón cristiano. El relato del olivo
milagroso, su tradición, sobrevivió durante la dominación musulmana y existen crónicas islámicas desde el siglo XI que así lo
atestiguan. Prueba de la devoción que la tumba de San Torcuato debió tener a lo
largo del tiempo, es el proceso inquisitorial a un
morisco llamado Bernardino Mençafí, de cuya familia nos queda una calle en
Guadix: “Mensafíes”, fechado en 25 de mayo de 1578, en el cual declara que
estando en el campo, cerca del lugar de San Torcuato se encontró con otro
morisco, y preguntando sobre una sepultura cubierta con un montón de piedras
donde aparecían unas lumbres que llamaban de San Torcuato, el morisco le dijo
que aquel no era el sepulcro del santo, sino de un moro santo que allí murió.
El relato del morisco y la afirmación final le valió la condena a seis años de
galeras. El infortunado no había hecho sino repetir lo que el otro morisco le
había contado. Este relato es la prueba de la existencia de una tumba venerada
a lo largo de los siglos.
Aunque los historiadores modernos
confluyen en considerar el relato en gran parte legendario, no son pocos los
que defienden el núcleo de la narración como histórica. La palabra leyenda procede del latín “legere”,
lo que ha de leerse. La raíz de la palabra procede del indoeuropeo”leg”, que
significa escoger y recoger. Esto implica la existencia de una trasmisión oral,
de una tradición que habría de recogerse por su importancia. No en vano, los
estudiosos están de acuerdo en la unanimidad y concordia de estos textos
litúrgicos de tan distinta procedencia que les lleva a considerar una fuente
común. Entre estas, sobre la venida de los santos cristianos, ocupa un lugar
importante la Misa, oficio o himno de los Varones Apostólicos de la liturgia
mozárabe que se remonta al siglo IX.
Las Actas del Concilio de Elvira,
celebrado entre los años 300 a 302 de la era cristiana están firmadas en primer
lugar por el Obispo Félix de Acci, la sede más antigua. Esta y toda la documentación
que hasta el día de hoy se conserva en nuestro Archivo Histórico Diocesano, dan
fe de una tradición cristiana que postula a la nuestra como la primera diócesis
metropolitana de España.
Guadix guarda la memoria de Torcuato
en su geografía y en su corazón. El lugar de su sepulcro sigue brillando con
luz de santidad en Face Retama, cuyo significado es para unos “luz en la
retama” y cuya traducción literal del latín es “hacer una red”. Dos mensajes
que definen bien la idiosincrasia cristiana de este lugar. En los Evangelios, la
luz simboliza Jesús y la verdad, mientras que las tinieblas simbolizan la
carencia de fe y la inconsciencia: “Yo
soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida” (Juan, 8:12). “Vosotros sois la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una
lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y
que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el
cielo.” (San Mateo 5,13-16). La luz está presente en los Evangelios
constantemente para enseñarnos que la palabra de Dios es luz en la oscuridad. La
red es el instrumento de trabajo con el cual los discípulos responden a la
palabra de Jesús. Así, la red se convierte en símbolo de la tarea por el Reino
de Dios: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces,
dejando al instante las redes, le siguieron.” (Mateo 14: 19-24). La red podría
representar la comunicación del evangelio a las multitudes sin distinciones.
Face Retama es un lugar santo y
nuestra peregrinación a él significa emprender un camino espiritual hasta un
lugar de retiro, pues es en soledad cuando nos encontramos con nosotros mismos.
La Ermita de San Torcuato se levanta en medio de un paraje desértico, allí, en
medio de esta zona esteparia quedó enterrado su cuerpo en los primeros tiempos
del cristianismo hasta que en el siglo VII es llevado hasta Santa Comba de
Bande y de ahí hasta Celanova más tarde. “Yo soy la voz que grita en el
desierto: Allanad el camino del Señor" (san Juan (1,6-8.19-28)). En el
camino a Face Retama nuestros sentidos se embriagan con la visión de un paisaje
Insólito que lleva escrita en sus rocas la historia de la evolución de nuestro
planeta. La luz entre las cárcavas borda un encaje de oro a determinadas horas
de la jornada. Al atardecer, cuando el sol desciende entre los cerros como una
caracola antediluviana, la brisa arrastra un perfume intenso a tomillo que besa
nuestro rostro cansado y sudoroso. Es en ese punto, cuando el canto de los
pájaros se extingue y el silencio nos abruma. El silencio, qué necesario es el
silencio para escuchar nuestra voz interior, pues es necesario primero
encontrarnos con nosotros mismos para después ocuparnos abiertamente de nuestra
relación con Dios. Así debieron entenderlo los numerosos peregrinos que han
andado este camino hasta la que fue tumba de San Torcuato. Como así lo
entendieron algunos de nuestros obispos cuando optaron por retirarse a este
lugar largas temporadas como Fray García de Quijada en el, recién estrenado, S.
XVII o Fray Juan de Montalbán a inicios del XVIII. Diego Raspeño, el biógrafo
de este último deja constancia en la biografía: “Había experiencia, que este Religioso Prelado, así como al principio
de los inviernos se agravaban más sus humores, y dolores, así saliendo a vivir
a las Cuevas de san Torcuato, dos leguas de Guadix, en despoblado, donde hay
iglesia, y Ermita donde está el Sepulcro del Santo, luego mejoraba; y así
pasaba con algún alivio los inviernos. “.Face Retama, un alto en el camino
de la vida y sus afanes para meditar, para desprendernos de esta rutina diaria
que transcurre una velocidad insufrible en nuestros días; lugar de recogimiento
y oración.
Peregrinar hasta allí es
reencontrarnos con nuestra identidad cristiana y, hacerlo una semana antes de
la fiesta grande del patrón es hacerlo con la alegría y carácter festivo de la
romería, un encuentro para compartir, para sacar la imagen del santo de su ermita
y llevarlo en andas seguido de las antorchas prendidas, como una cola de
luciérnagas en la noche que se extiende en el firmamento donde, lejos de la
contaminación lumínica, brillan las estrellas recordándonos nuestra pequeñez.
Con santa Luparia, renovamos nuestro
bautismo como pueblo. Porque fue ella, una mujer, una noble dama, quien dio
asilo a los santos varones. Fue Luparia, como numerosas mujeres en la historia
del cristianismo, quien abrazó la religión cristiana desde sus comienzos,
tomando parte activa en la tarea evangelizadora de la Iglesia. La importancia
de la mujer es constatable en los Evangelios: la Samaritana, las hermanas de
Lázaro, Marta y María, María Magdalena, quien estuvo presente en la crucifixión
y la resurrección. Y en la historia de la Iglesia existieron numerosos los
personajes femeninos contribuyeron a extender la palabra de Jesús. Cualquiera
que tenga unos mínimos conocimientos de cristianismo habrá escuchado el término
“Padres de la Iglesia”, pero con mucho menos frecuencia “Madres de la Iglesia”,
sin embargo, en los primeros días del cristianismo las mujeres estaban a la
vanguardia de la religión. Fueron mujeres fuertes como Luparia quienes
convirtieron sus hogares a la nueva fe. Podemos nombrar hasta diez del
cristianismo primitivo: Tecla la Apóstol que acompañó a San Pablo en sus
viajes; Perpetua la Mártir que fue martirizada junto a su esclava Felícitas por
no renunciar a la fe de Cristo; Amma Sinclética de Alejandría, una de las
Madres del desierto más conocidas, precursoras de la vida monástica; Santa
Marcela, amiga de la que después sería Santa Paula que mantuvo correspondencia
con san Jerónimo y lo
alentó a traducir la Biblia del hebreo al griego; Macrina la Joven, asceta
cristiana que inspiró la obra de san Basilio el Grande y San Gregorio de Nisa; Proba, considerada la primera mujer escritora
cristiana que combinó los versos de Virgilio con temas bíblicos;; Melania la
Mayor, otras de las Madres del desierto; Eudocia, una de las escritoras más prolíficas
de su tiempo conocida por su obra “El martirio de San Cipriano; y, finalmente, Egeria,
viajera y escritora cristiana.
Pocos datos tenemos de Santa Luparia
y la mayoría están tomados del Misal y Oficio gótico o mozárabe de San Isidoro
de Sevilla según el cual Luparia era una ciudana que vivió en Acci (Guadix)
cuando llegaron Torcuato y sus compañeros, pudo estar dedicada al comercio y
formar parte de una colonia judía asentada en la ciudad y que posteriormente
adquiriera la ciudadanía romana y cambiara su nombre al latino Luparia.
Sea como fuera, la tradición gallega
y la accitana hablan de la existencia de esta mujer que construyó un
baptisterio a su costa y fue bautizada por San Torcuato. Las primeras cristianas
llevaron a cabo una importante misión apostólica y su fe fue destacada por San
Pablo. Clemente de Alejandría describe el papel de estas cristianas, que
ayudaban a los primeros Apóstoles y que eran las únicas que podían entrar en
los gineceos, servir de intermediarias y llevar a esas estancias la doctrina
liberadora del Señor.
Largo recorrido tiene la tradición de
San Torcuato y los varones. Tanto es así que, tras la dominación musulmana, con
la restauración de la Diócesis, algunos obispos se interesaron por la
recuperación de la historia de San Torcuato, uno de ellos don Martín Pérez de
Ayala, quien en su famoso sínodo incluye la fiesta de San Torcuato como fiesta
de guardar. También Don Juan Alonso de Moscoso solicita a la Santa Sede la
aprobación del oficio y misa que el prelado había elaborado en honor del santo
para su celebración en Guadix e inició el proceso para la recuperación de las
reliquias y su traslado desde Celanova. Hay constancia documental que don Juan
de Orozco y Covarrubias, obispo con gran interés por las reliquias, tuvo
noticias del hallazgo de unos Huesos en Las Cuevas de San Torcuato y los hizo
traer y guardar en un arca con mucha veneración.
La cofradía de San Torcuato más
antigua fue la de Fonelas, constituida en 1575. Además de la de Fonelas,
existían otras dos en Guadix con motivo del retorno de las reliquias del santo
a la ciudad: la Cofradía de San Torcuato y San Fandila de 1593, que acogía a la
pequeña nobleza y otra más humilde, y la Cofradía de Nuestra Señora de Túnez y
San Torcuato que centra su culto en el Santuario de Face Retama.
Las fiestas en honor a nuestro patrón
a lo largo de los años, se han ido configurando como un hermoso tapiz de
colores al llegar la primavera. La semana previa a la fiesta grande del patrón,
una partida de peregrinos, se reúnen en la Puerta de San Torcuato para andar el
camino hasta el Santuario Diocesano de Face Retama, donde se celebrará la Misa
y la procesión nocturna de las antorchas. Todos los accitanos que han tenido la
suerte de vivir esta experiencia, convendrán conmigo en el carácter espiritual
y de comunión de la misma; pues la sencillez y humildad de la procesión nos
retrotrae a los tiempos ancestrales del cristianismo. Cada penitente que porta
una llama es un corazón iluminado por la fe que Torcuato prendió cuando nos
anunció la palabra de Cristo. Se vive un sentimiento de arraigo y pertenencia a
la Diócesis accitana y al pueblo de Dios. Y si acompaña a la comitiva el sonido
dulce y melancólico de una gaita sabemos que el pueblo gallego, hermanado con
Guadix por su devoción a San Torcuato, nos está lanzando un guiño y se une a
nosotros en la celebración. Luego habrá tiempo de compartir, degustar las ricas
y frescas habas de la vega y las tortas saladas y hoyadas de aceite alrededor
del olivo legendario.
A la semana siguiente, el día quince
de mayo, habrá Misa Pontifical en nuestra Santa y Apostólica Catedral; hermoso
cofre arquitectónico inundado de luz que custodia las reliquias. Las cofradías
de la ciudad guardarán el orden preceptivo establecido en el siglo XVI para
acompañar la procesión y las niñas y niños, los mozos y mozas engalanados con
el traje típico accitano bailarán como flores en honor al patrón, y entonarán
el fandango tradicional, cuyo eco nos hará llorar de alegría y orgullo por ser
de Guadix.
Vecinos y vecinas, hagamos de la
fiesta de San Torcuato una ocasión para la hermandad, el acuerdo, la
confluencia, la unión de fuerzas constructivas que sostengan nuestra vida como
cristianos y como ciudadanos de una tierra de un valor y una riqueza milenaria.
Aupemos nuestra ciudad con el impulso con que levantamos las andas de nuestro
Patrón. ¡Viva San Torcuato! ¡Viva Guadix!
jueves, 9 de mayo de 2024
Don Manuel Anastasio Ayala Orozco y Odorica y su oración panegírica a San Torcuato, por Carmen Hernández Montalbán.
Rastreando documentos acerca de nuestro Santo Patrón, San Torcuato, en las vísperas de su fiesta, me encuentro con esta oración panegírica del siglo XVIII, equivalente a un pregón de nuestros días, ensalzando la figura del santo. Me ha llamado la atención, tanto la obra como el autor, don Manuel Anastasio Ayala Orozco y Odorica, Arcipreste y Chantre que fue de nuestra S. A. I. Catedral durante el pontificado del obispo Don Francisco Salgado, pues no tenía noticia de su existencia.
Don Manuel pertenecía a una familia noble de Sevilla era tío paterno de Salvadora de Orozco, IV Marquesa de Zaudín y sucesora de su mayorazgo de Guadix. Entre las propiedades que componen este mayorazgo están:
Propiedades en Guadix:
- una casa en la pila mayor de la Catedral de Guadix.
- una huerta en la
vega con tierras de secano y una cueva, corral y moreras.
Propiedades en Marchal:
- 1 fanega de tierra llamada de los
Calzoncillos.
- 1 fanega de tierra
frente al molino y acequia de Purullena.
- 3 marjales de
tierra de regadío en la Mairena.
- 1 fanega en la
rambla del tejar.
Propiedades en Beas de Granada:
- 54 arrobas de hoja
de moral.
- 6 fanegas y 11
celemines de tierra calma de riego.
- 7 fanegas, 2
celemines y 2 cuartillos de tierra de riego en la cañada de Gómez Vega.
- 7 fanegas y 3
celemines, con pozo, que se llama la Solana.
- 4 fanegas y 5
celemines en la cañada de Gómez Vega
- una haza de 3 fanegas de tierra calma junto a la Ermita de
San Sebastián.
- 3 fanegas de tierra
con moreras en el pago de Chitrana.
El chantre, ordenó su testamento en Guadix ante el escribano del número José Durán y Ariza, el 12 de diciembre de 1755. En el mismo, funda un aniversario en la Catedral dotado de quince ducados cada año y mil misas por su alma. Su devoción a San Torcuato también se refleja en su testamento: En la manda número 28 dice así:
"Item mando a la canilla del brazo de nuestro glorioso patrono Sr. San Torcuato que se venera en la dicha Sta. Iglesia Catedral, un anillo que tengo de oro con una piedra morada de amaranto para que se ponga en un dedo de la mano que tiene dicha reliquia.".
Nuestro canónigo se deshace en elogios al santo patrón, San Torcuato y abunda en su origen hasta el punto de aventurarse a concretar el nombre de sus padres.
"Fue su ilustre cuna España, pero dudoso en ella la ciudad, o pueblo, que en su seno escondió, y crió tan preciosa margarita. Corrió por sus venas la sangre, que le dieron tan esclarecidos padres, Julio Nono Aspernates Consul Romano, y Adria, señora española novilísima..."
domingo, 18 de febrero de 2024
La hechicería en Guadix y Comarca, por Carmen Hernández Montalbán.
En el Archivo Histórico Diocesano de Guadix existen numerosos casos de denuncias por hechizos que fueron competencia de la Fiscalía eclesiástica. Estos pleitos se circunscriben sobre todo a los siglos XVI, XVII y principios del siglo XVIII.
La mayoría de las encausadas son mujeres. El hecho de ser la mujer el punto de mira de este tipo de delitos, tiene en parte su origen en la visión ancestral de la hembra como ser estrechamente ligado a las fuerzas de la naturaleza, por su capacidad de concebir una nueva vida; una parcela en la que el mundo de los hombres, todavía, se mantiene ajena o distante. Pero también existe un alto componente machista al considerar que la mujer es un ser embaucador desde el punto de vista sexual, eximiendo de toda responsabilidad a su compañero varón de tal suerte que, la hembra merece ser objeto de todo tipo de vigilancia preventiva.
Otro factor que interviene en estas denuncias es el religioso, especialmente en el Reino de Granada, tras la recientísima guerra por la rebelión de los moriscos y el traumático proceso de aculturación que sufrió esta población que aún continuaba practicando en secreto la suya.
Presentamos aquí varios casos: uno de ellos el de La "caba" de Bracamonte en 1592, veamos que todavía se llama con la palabra árabe: "caba" para referirse a la casa o cabaña de una familia. Vemos en este caso cómo el hombre aparece envuelto en hechizos de mano de las mujeres...
"En la
ciudad de Guadix a nueve días del mes de mayo de mil y quinientos noventa y dos
años el Ldo. Juan Andrea de Andrada, vecino de esta ciudad pareció ante el Dr.
Juan de Arroyo Pulgarón provisor de este obispado del [...] recibió juramento
en forma de derecho y habiendo jurado dijo que a su noticia ha venido que en la
Iglesia Mayor de esta ciudad= se ha leído el edicto de pecados públicos y por
descargo de su conciencia y no incurrir en la excomunión dijo que el día de la
Ascensión que ahora pasó jueves en la tarde que se contaron siete de este
presente mes estando con Damián Pérez de Villací y Bolaños vecino de esta
ciudad hablando de los hechizos que dicen vieron junto a la caba de Bracamonte
le dijo a este que declara el dicho D. Damián posible el ser falso testimonio
yo tengo recelo del término de la dicha Bracamonte porque yo trataba con
Catalina Marín que dijo la susodicha Catalina Marín que la dicha Bracamonte y
su hermana de la dicha Catalina Marín Francisca Díaz, y por capitana Juana
Díaz, vecina que fue de esta ciudad y amiga que dice fue de Gregorio de Siles,
escribano, iban al campo adonde poniéndose en una encrucijada de caminos, y
llevando un corazón de ave negra, esperaba que diera la hora de las doce, y
hacían un hoyo en la tierra, y lo enterraban y después volvían otra noche a la
propia hora, y abriendo el dicho hoyo decían las susodichas. Según que la dicha
Catalina Marín dijo al dicho D. Damián, que hallaban cierto papel, en que eran
avisadas de lo que pretendían.
Item
dijo el dicho D. Damián a este que declara que teniendo el dicho D. Damián la
amistad de la dicha Catalina Marín le dijo al susodicho no tema que mis
hermanas os hagan mal por que mi hermana Francisca Díaz tiene una imagen del
bulto cortados los brazos y atados, con mucha candelilla encendida dice cierta
oración en que pide que así como la dicha imagen está sin brazos y lo aten sin
fuerza para hacerle mal al dicho D. Damián los que hacer pretendieren.
Item
dijo el dicho don Damián a este que declara que la propia Bracamonte le dijo
que estando amancebado Sebastián de Vargas con Ana Marín vio la dicha
Bracamonte que una noche estando acostado el dicho Sebastián de Vargas en casa
de la dicha Ana Mª, sacó la susodicha un cierto bote de su arca y untó las
costuras de la ropilla del dicho
Sebastián de Vargas sin que él lo viese y que entendía la dicha Bracamonte eran
hechizos=
Firmas
y rúbricas"
jueves, 20 de abril de 2023
POETASENETAS, CRÍTICOS Y MERCADERES, por Carmen Hernández Montalbán.
Se acerca el Día del Libro y este
año, ya prácticamente quitadas las legañas de la pandemia del Covid-19,
comenzamos a organizar la gran fiesta: ferias, recitales, presentaciones,
lecturas, firmas…, fastos pomposos alrededor de ese objeto prodigioso cuyo
origen se retrotrae a la noche de los tiempos. Y lo que nació como un raro
milagro y tuvo sus antecedentes en lo que no tiene forma: la palabra trasmitida
oralmente, en nuestro siglo XXI ha alcanzado unas dimensiones desmesuradas.
El libro en papel, ciertamente,
sigue manteniendo su apariencia misteriosa: es un objeto cerrado a modo de
cofre que guarda entre sus páginas un mensaje que se anuncia con un título más
o menos sugerente y una ilustración más o menos estética en la portada. Los
editores e impresores las han ido reformulando a lo largo del tiempo; hay quien
las prefieren de diseño sobrio, atendiendo a la máxima de “menos es más” (no
siempre cierta), y quienes los convierten en verdaderas obras de arte. En el primer
caso, el gancho está: o bien en el nombre del autor, reconocido o consagrado, o
en el título; una palabra o frase con la suficiente fuerza o capacidad
sugestiva para que el lector se deje subyugar. En el segundo, la fuerza
iconográfica y plástica cobran protagonismo, y llegan a resultar irresistibles
a la vista. Estos trucos comerciales son ciertamente efectivos.
Pero lo verdaderamente importante
para el lector es no sentirse decepcionado con su elección, pues el contenido,
el mensaje y la pericia en transmitirlo es lo que en verdad nos hace
merecedores a los autores de su reconocimiento. Lo demás es HUMO.
Sin embargo, hoy día, como en
muchas otras cosas, el mercado, ya sea en su vertiente material o intelectual,
se adueña del fenómeno literario y desvirtúa su sentido más profundo. Porque
también en esto de la literatura hay mucho intermediario. Por un lado los mal
llamados editores que hoy en día han proliferado como la peste. Estos, que han
puesto “ojo avizor” a tantísimo postulador a poeta o narrador, han advertido su
oportunidad de lucrarse y ya no hacen distingos entre lo que es una buena
historia o un buen poema. Si la obra tiene calidad o no es algo que los deja
indiferentes a la gran mayoría. El beneficio económico prima en estos casos: si
el autor tiene dinero para pagarse su edición o accede a hacerse cargo de un
número de ejemplares a través de la venta en presentaciones, etc., los alumbran
al mercado, si no, ya es “otro cantar”. Los autores, la mayoría de las veces,
nos dejamos arrastrar por nuestro ego y caemos en sus redes. Cuando uno tiene
poca experiencia en estos tejemanejes, se deja obnubilar por la posibilidad de
ver su obra en letra impresa y se deja timar; algunos nos hemos sorprendido de
que la editorial en cuestión ni siquiera emita un informe de la obra. Más
tarde, cuando recibes la prueba de “galeradas” para revisar el texto, te das
cuenta de que el supuesto editor no ha hecho una revisión seria de la obra y
espera que tú mismo te corrijas y hagas su trabajo… Hay otras que prometen la
promoción de tu libro y luego no mueven un dedo en ese sentido o recurren a
fórmulas trilladas que tú mismo puedes realizar sin recurrir a ellos y pagarles
encima.
Si hablamos de los intermediarios
intelectuales, es decir: los críticos, agentes culturales, etc. Nos encontramos
con los proxenetas que opinan, denostan, silencian, encumbran, sin un criterio
objetivo, la mayoría de las veces, a los escritores. Se dejan mercadear por la
política, el reconocimiento social, la frustración; ya que gran parte de ellos
no tienen talento o nunca han escrito un poema. Estos se dejan llevar por las
modas del momento, no se mojan con autores nuevos, premian a los ya premiados.
Claro, así no se pillan los dedos… (A su parecer). Otorgan y obtienen dádivas
del mundo político y editorial, en definitiva: “manejan el cotarro”.
Los escritores, especialmente
aquellos que no somos muy conocidos, nos convertimos así en meretrices de todos
ellos colmándolos de alabanzas, haciendo de satélites de sus noticias en redes
sociales y sus opiniones, sintiéndonos marginados si no aparecemos en una
antología o no participamos en un recital organizado por los “próceres”,
publicando nuestras obras que en algunos casos adolecen de talento, calidad o
no dicen nada, revistiendo el lenguaje de una pompa culterana que aburre a las
ovejas… en una hemorragia de ego que deja fuera de juego a los verdaderos
catalizadores: los lectores.
Si la literatura es el arte de la
expresión escrita o hablada, si el ser escritor o poeta es algo más que
encadenar frases o componer ripios…, es tener eso que se llama “duende”… y
haberlo desarrollado y demostrado… ¿Para qué tanta pirotecnia y fuegos fatuos
si será el lector, en su acto íntimo de lectura quién te asigne tu lugar?
viernes, 14 de abril de 2023
El médico accitano Melchor Marín Alférez, por Carmen Hernández Montalbán.
Entre los documentos que custodia el Archivo Universitario de Granada, se encuentra uno que llama mi atención por su antigüedad y relación con Guadix: el certificado de haber cursado la cátedra de Aforismos correspondiente a Melchor Marín Alférez, natural de Guadix, Granada. Don Melchor, era estudiante de Medicina y obtuvo su certificado en 1644, siendo Rector don Francisco de Lara.
Según apunta el Dr. José Gutiérrez Galdó, en su artículo "La facultad de medicina de Granada en los siglos XVI y XVII", el día 26 de septiembre de 1533, se convoca por edictos públicos una Cátedra de Aforismos de Hipócrates, dotada con veinte ducados al año; dos años después de la fundación del Colegio Imperial de San Miguel por Carlos V, con Bula de Papa Clemente VII, dando lugar así a la Universidad de Granada. El mismo autor señala que en 1653, era profesor de dicha cátedra el Dr. D. Juan Abad.
Hipócrates fue el fundador de la medicina clásica. El término aforismo fue utilizado por primera vez por Hipócrates como una serie de proposiciones relativas a los síntomas y al diagnóstico de enfermedades. Los aforismos de Hipócrates completan el Juramento Hipocrático, y todo ello, constituye la guía de la conducta médica. Han sido considerados durante mucho tiempo, y aún siguen siéndolo, “la Biblia de los médicos”.
La familia Marín Alférez era una familia oriunda de Baza de las élites moriscas. El doctor, según su partida de matrimonio, era hijo de Luis Marín Alférez y Mariana Salido, ella de Guadix. Los Salido ostentaron oficios de jurados, escribanos y regidores. Fueron hermanos de Melchor el Mercader don Diego Marín Alférez y el Jurado don Jerónimo Marín Alférez; de este último existe en el Archivo de la Universidad de Granada un documento que atestigua que cursó estudios de leyes.
El Dr. Melchor casó en la Parroquia de San Nicolás de Granada, en primeras nupcias con doña Gabriela León y Hermes en 1650. También doña Gabriela pertenecía a una familia de origen morisco, hija de don Juan de León y de doña Jerónima de Hermes. Pero este matrimonio no duró mucho y pronto, en 1668, contrae nuevas nupcias con doña Antonia de Chaves, hija de Isidro de Chávez e Isabel Enríquez, perteneciente también a las élites moriscas. Estos serían bisabuelos de los pintores granadinos Marín Chaves, de los que la Profesora de la Universidad de Granada, doña Ana Gómez Román, trata en un interesante artículo titulado: "Polifacetismo y productividad de los talleres familiares de pintura de Granada en el siglo XVIII".
jueves, 16 de junio de 2022
Proceso de fe del morisco de Alcudia de Guadix, Angel Juan Hazizi
No deja de sorprenderme la gran cantidad de personajes de esta tierra que podrían convertirse en héroes de novela de aventuras. Uno de ellos es el morisco Ángelo Juan Hazizi de Alcudia de Guadix, al que se le siguió por dos veces un proceso inquisitorial en Palermo (Sicilia) en 1570 y 1571. Dicho proceso, está disponible en el Archivo Nacional, dentro de la sección de Procesos del Tribunal de la Inquisición. para quien tenga interés en ver el documento digitalizado y no se conforme con la primera página que aquí muestro puede acceder a él, aparece con la signatura: INQUISICIÓN, 1748, Exp.26. He leído las diez primeros folios y la verdad es que me pareció tan interesante como novelesco.
El proceso, como ya hemos dicho, tiene lugar en Palermo, y los inquisidores que participaron en el proceso fueron: Juan de Retana, Inquisidor Mayor de Sicilia y Arzobispo de Mesina; Juan de Bezerra y de la Cuadra y Juan de Quintanilla, visitador general de todas las inquisiciones del reino de Nápoles.
En aquel clima de piratas berberiscos y turcos que tan bien conoció y vivió nuestro grande de las letras, don Miguel de Cervantes Saavedra, por su participación en la Batalla de Lepanto, Ángelo Juan Hazizi, declara en 7 de marzo de 1570:
[ortografía actualizada]
"... dijo se llama Ángelo Juan de Hazize, natural de Alcudia en el Reino de Granada de más de veinticinco años, marino. Hijo de Juan de Hazize, de Granada y Catalina, cristiana de mora, tejedores de paños. Abuelos paternos no los conoció ni a los por parte de madre ni padre. Hermanos, Hernando caballero de la Cruz de Malta, patrón de un bajel de veinte barcos, de treinta años; Pedro Hazis, tejedor de velludo, está en Granada; Antonio Hazize, soldado en casa del Marqués de los Vélez; hermanas, Jerónima, Catalina, María, doncellas.
Preguntado si es cristiano bautizado dijo que sí y nació en Alcudia, si sabe las oraciones de la Iglesia, dijo que no las sabe pero que las ha oído decir y no se acuerda ni sabe. Que sus padres ni ninguno de los suyos hayan sido reconciliados ni penitenciados por el Santo Oficio. Dijo que estuvo en Alcudia con su padre hasta edad de siete años y que estando en Almería con un su pariente fue tomado de turcos en un jardín y lo tomó Aluchalí que andaba con dos bajeles y lo llevó en Argel y luego lo retase y lo hizo renegar y decir aquellas palabras [Le hila la Mahomet...] y le metieron nombre de moro Abdhacici y lo vistieron de turco y le enseñaron el [anduzhala] y otra oración morisca, y se lavó a la usanza de moros e hizo [el Zala] en la mezquita con ellos y el Ramadán, no comiendo en todo el día hasta la noche la primera estrella, y hasta la mañana hacia el [zahor] pero que nunca se había casado con mora y estas ceremonias las ha hecho muchas veces creyendo que son buenas para salvarse el anima, como se lo decían los turcos y estando en este redito hasta que andando en una galeota por comito donde estaba un padre religioso, que le dijo que se tornase a su ley y entonces puso en su fantasía de huirse y esto habrá tres años. Y después fue en corso con su patrón por diversas partes y hizo escapar muchos cristianos que eran esclavos en Barcelona, uno que era de rescate de mil escudos y otros dos que eran de los que se perdieron con el conde de Alcaudete y después un [liporoto?] que está aquí entra a la Pantanalea, y si no fuera por un renegado alzara una galeota que estaba en Susa hará un mes que lo tenía concertado con sus tres cristianos que son estos mismos que ha traído aquí, que el uno se llama Antonet y el otro Jerónimo, y el otro Bartolomé los cuales se han venido juntos en una barca de cuatro bancos en la cual ha traído cinco moros y un renegado que iban a la mahometa y este confitente pasó en ella como pasajero y después se alzó con ella, y en ella venía un moro que le ayudó porque venía con propósito de tornarse cristiano. Y como fueron treinta millas a mar se alzó con la barca y con los moros entre él y sus cristianos y con la ayuda de Brahen fueron a la Pantanalea y el gobernador les hizo mal tratamiento y les tomaron la ropa que traían y el bajel. Este confitente lo presentó a Ntra. Señora que lo tenía prometido pro su devoción, y de allí vinieron a Marsala y de allí a Palermo a pedir reconciliación a este Santo Oficio estante que fue preso pequeño y le hicieron renegar por fuerza y creer las ceremonias y opiniones suyas, y que después, habiendo habido comodidad se había huido y quería vivir como cristiano y morir en la fe de Dios."
En el proceso fue admitido a reconciliación con confiscación de bienes, los que quedaron en poder del inquisidor Quintanilla.
En el segundo proceso declara un noble llamado Jerónimo de la Cerda, quien había venido de Messina [Mecina], con su primo Nicolás Crespo, haría unos nueve o diez días y que se había encontrado con Abdhazi (Ángelo Hazizi), a quien conocía, y que con gran alegría de verse en esta ciudad, le preguntó el motivo de su estancia en Palermo a lo que Abdhazi le respondió que había venido con tres o cuatro cristianos y cinco moros a reconciliarse en la dicha ciudad. Pasados dos días, que era día de San Marcos, los tres fueron a comer alcachofas a unos jardines y don Jerónimo le preguntó en turco, por qué se había bautizado siendo hijo de moros, que no tuviera miedo en confesarle la verdad, pues su primo no sabía turco y que este le ayudaría en todo cuanto pudiese. Abdhazi le contestó que había venido con licencia de Aluchali, renegado griego que era gobernador de Sobrazan, para ir a Tripoli a ver a sus esclavos cristianos que tenía, al llegar a Susa, en Túnez, se encontró con una fragata en la que estaban unos esclavos cristianos y un renegado que los llevaba a tierra de moros y se embarcó con ellos. Llevaban en dicha fragata cerca de un quintal de pimienta y tela..., viendo que los cristianos hablaban entre ellos que quería venirse a tierra de cristianos, se vino con ellos y que con el dinero de unos moros se cobraría los dineros que estaban en poder del Inquisidor Quintanilla y con ese dinero pensaba rescatar a un esclavo que estaba en la galera patrona, llamado Musso Laraiz...
Vemos cómo las declaraciones de Ángelo Hazizi van fluctuando según sus intereses por lo que no habría de tratarse de un renegado cualquiera y que oficiaría de espía en muchas ocasiones. Que hacía rescate de cautivos para llevarlos a Argel...
Es una historia interesante para seguir investigando sobre la identidad de Hazizi, que en este segundo proceso fue condenado a la pena de muerte.






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