El año pasado se llevaba a la pantalla la película “Poveda”
de Goya producciones, dirigida por Pablo Moreno. La historia del párroco de las
Cuevas de Guadix, actualmente Santo, Pedro Poveda, se trasladaba a las
pantallas de los cines con gran éxito de taquilla y crítica.
El sacerdote y pedagogo realizó su labor misionera en Guadix,
fundando las Escuelas del Sagrado Corazón, actual colegio que lleva su nombre,
aplicando los métodos de la Escuela Nueva. Su trabajo despertó la admiración, y
también, la envidia de propios y ajenos.
Es de destacar su interés por la formación de la mujer,
cuando abre una academia pedagógica femenina para estudiantes de magisterio y
más tarde crea la Institución Teresiana de la mano de la joven estudiante
Josefa Segovia Morón.
¿Quién era Josefa Segovia? conocida por los allegados como
Pepita, fue una muchacha de Jaén que nació en 1891, hija de un matrimonio joven
de modestos recursos: don Manuel Segovia y Doña Dolores Morón, la segunda de
una familia numerosa.
Por el tiempo en que Pedro Poveda le ofrece la dirección de
una de sus academias tenía 22 años. Había cursado dos cursos en la Escuela
Superior de Magisterio de Madrid y se había trasladado a Jaén para cursar el
tercero, dedicado a Prácticas y Memoria, según ella misma afirmó: por amor.
Desde los trece hasta casi los dieciocho años de edad, Pepita
estudió en la Escuela Normal de Magisterio de Granada. Vivía en la Calle Horno
del Haza, en el número 3, con sus tías Matilde e Isabel y sus abuelos. A partir
de los diecisiete años, su salud comienza a decaer; una dolencia de estómago de
la que nunca terminó de curarse. Su hermana Lola la describe como una muchacha
simpática, servicial, nada presuntuosa por estar cursando estudios. Su piedad
era “corriente”. Aunque la familia
materna de Granada era más practicante que la paterna. Mujer muy inteligente,
que tuvo que realizar grandes esfuerzos y superar dificultades en el hogar de
los abuelos y tías de granada, donde conjugaba la colaboración en el hogar con
los estudios.
Preocupadas por su salud, las tías no quieren que esté
encerrada en casa, confiaban en que saldría airosa de sus estudios, como la
habían visto en otras ocasiones. La mandan a la Plaza de los lobos a tomar el
aire. Los muchachos de la vecindad, miembros de familias amigas de los Morón,
acuden allí. “¡Pepita era muy bonita, muy bonita!” –decía su tía Matilde.
Es en esta plaza, seguramente, donde Pepita comienza sus
relaciones con un joven estudiante de Medicina, Manuel Bravo Palacios, a los
dieciséis años.
Manuel Bravo Palacios, cuyas raíces familiares proceden,
curiosamente de Guadix, era hijo de Manuel Bravo Caldas, Juez de Primera
instancia y de Pilar Palacios Vilches, natural de Lucena, cuyo testigo de bodas
fue el escritor accitano Pedro Antonio de Alarcón. Manuel Bravo Palacios nació
en Arcos de la Frontera, el 7 de abril de 1890, donde su padre estaba
destinado.
Joven apuesto e inteligente, el primero de su promoción en la
Facultad de Medicina, Manuel Bravo Palacios era todo un caballero. Demetria, la
niñera que cuidó de sus hijos, que actualmente tiene 94 años de edad, no se
cansa de decirlo: ¡era un señor! Alto, de ojos azules, sombrero y reloj de
bolsillo.
Estuvo muy enamorado de Pepita y su relación era aprobada por
ambas familias. La muchacha en una carta que escribe a su padre solicitando su
permiso para hacerse su novia lo describe así: “Es estudiante de Medicina y lleva la carrera muy adelantada, de muy
buena familia, muy buen hijo; el único defecto que le he encontrado siempre es
que ha tenido muchas novias aunque desde que está detrás de mi sé con seguridad
que no mira a ninguna”. Don Manuel Segovia dio permiso a su hija.
Mantuvieron un noviazgo de 8 años, durante el cual Pepita no descuidó sus
estudios.
Cuando el sacerdote visitó la casa de Pepita en Jaén, ella se
hallaba en estas circunstancias. Las mujeres que estudiaban en la época, la
mayoría de las veces no ejercían su profesión, pues estos estudios se
consideraban, en ocasiones, un complemento que dotaba de cultura a las futuras
esposas de familias acomodadas. Se apasionó por el proyecto de Poveda desde el
inicio. Dirigir una academia era una oportunidad que no se le ofrecía a
cualquier mujer en aquellos tiempos. Josefa Segovia comprendió más tarde que la
creación de la Academia formaba parte de un proyecto más amplio: la Obra
Teresiana.
La relación continuó hasta 1915, por entonces Manuel ejercía
de médico en el pueblo Jienense de Los Villares, él eligió este destino por
estar cerca de su novia, en espera de que pepita obtuviera su Cátedra para
decidir su destino definitivo. Pepita fue nombrada Inspectora de Orense. La
noche antes de marcharse, la familia comentaba durante la cena, la
inconveniencia de que una mujer tan joven, se marchara sola. Entonces Manuel
Bravo dijo que lo mejor era casarse y que él pidiera destino allí. Pepita en
ese momento cortó tajantemente la relación ante el asombro de todos. La familia
de Manuel dice que la despedida se hizo a través de una carta que la novia le
escribió, que Manuel llegó a la casa con la expresión desencajada y que su
madre, preocupada, la sacó del bolsillo del abrigo más tarde y la leyó.
Tuvieron que pasar 11 años para que Manuel se casara con
Concepción Cárdenas, con la que tuvo 5 hijos Concepción, Pilar, Manuel, Rosa y Pepito.
Manuel murió joven, con 52 años. Su amor por Pepita fue muy grande.
Nos desplazamos a la ciudad de Alicante para poder ver el estreno de la película del Padre Poveda, las cuatro primas que somos de Guadix, nos hizo mucha ilusión, nos gusto mucho, me ha encantado leer esta historia de amor, una vez mas te felicito, por esa búsqueda incansable de nuestra historia mas cercana, y sobre todo por la manera de contarlo, y compartirlo un saludo de Isabel.
ResponderEliminarGracias Isabel, yo me he educado en ese Colegio que creó el padre Poveda en las Cuevas. Un abrazo.
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