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miércoles, 30 de noviembre de 2016

SOBRE UNOS HUESOS HALLADOS JUNTO A LAS CUEVAS DE SAN TORCUATO EN 1618, por CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN.

   


   El Archivo Diocesano de Guadix es una fuente inagotable de testimonios curiosos que poco a poco van saliendo a la luz gracias a los investigadores y personal que forma parte del equipo de trabajo. Uno de esos documentos es el relativo a unos huesos encontrados en las cuevas de “Face retama”.  Se trata de un auto que se hizo para averiguar el paradero de un arca que el Obispo Juan de Orozco y Covarrubias guardó durante un tiempo, y que contenía los huesos de un cuerpo hallado en una sepultura cerca de las cuevas de San Torcuato. A la muerte del obispo, el arca fue llevada a la Sacristía y después, por mandato del señor Deán se llevaron a la Sala de rentas, junto a la Carbonería, tal como dice en el enunciado del documento. Seguidamente trascribo un fragmento:

“En la ciudad de Guadix a treinta días de mes de marzo de mil y seiscientos y diezyocho años el Sr. Dor. Don Gmo. Ruiz de Carrasquilla Prior de esta Sta. Yglesia y gobernador en lo espiritual y temporal de todo este obispado por Don. Gmo. De Herrera Obispo de Guadix y Baça (…)= que ara como seis o siete años poco mas o menos que en las cuevas de Sr. San Torquato en cierta sepultura se hallaron unos huesos por lo que se dio noticia al Sr. don Juan Horozco de Covarruvias y Leyva obispo desta ciudad defunto y el dicho sr. obispo fue a las dichas cuevas y de la dicha sepultura saco los dichos huesos y los metió en un arca y con mucha veneración los trajo y los tuvo en su casa por entender que hallándose aquellos huesos en lugar donde se dice estuvo enterrado San Torquato serian los huesos de algún otro santo y el dicho Sr. Obispo estando en la aberiguacion desto fue dios servido llevarle de esta presste. vida y que después de muerto llevaron la dicha arca con los huesos a la sacristía desta Sta. Yglesia en donde han estado hasta que su mrd. es ynformado faltan la dicha arca y guessos de la dicha sacristia por lo que su mrd. Mando hacer ynformacion de todo lo susodicho y la cometió al presente notº. para que ante el y en su presencia se examinen los testigos que esta causa dixeren. Y anssi (…)”
   
  El Obispo Juan de Orozco y Covarrubias (1606-1610), fue hermano del famoso lexicólogo, criptógrafo y capellán del rey Felipe II, Sebastián de Covarrubias. Nuestro prelado fue hombre de gran erudición, autor de los famosos “Emblemas morales”, libro que se encuentra en nuestro archivo. El obispo ya se interesaba por las reliquias, pues antes de ser obispo de Guadix, lo fue de Agrigento en Sicilia. Desde un monasterio de Agrigento trajo una santa espina, una muela de San Paulino que estaba en la Ermita de Sotera, en Sicilia y que le había entregado el Capitán Silvera engastada en oro, un hueso del hombro del Beato Mateo, Obispo de Agrigento, en Palarmo, un hueso de la garganta de San Jorge…, etc. Es posible que al llegar a la sede accitana mostrara gran interés por el lugar donde tradicionalmente se contaba, había sufrido martirio San Torcuato. Más cuando su predecesor, Don Juan de Fonseca y Guzmán fue el encargado de recuperar las reliquias del santo desde Celanova.

   No es el único testimonio de la existencia de una sepultura cerca del lugar donde, según la leyenda, sufrió martirio el santo accitano, en la comunicación del historiador J. M. García fuentes, Datos para la Historia de la Inquisición en Granada, recoge el proceso inquisitorial a un morisco llamado Bernardino Mençafí en recuerdo (de cuya familia nos queda una calle en Guadix: “Mensafíes”), fechado en 25 de mayo de 1578, en el cual declara que estando en el campo, cerca del lugar de San Torcuato se encontró con otro morisco, y preguntando sobre una sepultura cubierta con un montón de piedras, el morisco le dijo que aquel no era el sepulcro del santo, sino de un moro santo que allí murió:
“Bernardino de Benavides Mençafí, morisco, vecino de Guadix, vue testificado por tres testigos, que estando en el campo fuera de Guadix, donde estaba un montón de piedras y dicen que aparecen allí unas lumbres que dicen de Sant Torcato, no son de Sant Torcato sino deste moro santo que allí murió; fue preso y a las moniciones do dixo nada, y la acusación dixo que etando en el lugar ya dicho estaba allí un morisco que guardaba vacas y que había preguntado si aquel majano de piedras si era el sepulcro de Sant Torcato y que le había respondido que no era, sino que estaba enterrado un moro que era un hombre bienaventurado y que con esto se fue a su casa, y que al cabo de algunos días yendo a casa, con otros pasaron por donde estaba el dicho mojano de piedras y que el había dixo, fulano me dixo nombrándole, que aquí estaba enterrado un moro santo y que los compañeros no le dixeron nombre y que contado después a un amo suyo, que era menester confesarlo y que él lo había confesado y que le habían dado por penitencia que ayunase todos los viernes del año que pudiere y que diese dos fanegas de trigo en limosna y que ya la había complido y que no dixo más tocante a los hombres y por la intención dixo que no lo creyó; hízose su proceso y perseveró en esto y dio defensas y hechas la diligencia por la intención confesó haberlo creido y haber tenido la ley de los moros por  buena desde que se lo dixo el morisco hasta que dixo las dichas palabras, aunque no confesó haber hecho alguna ceremonia de la dicha ley puesto que le dijo un morisco como se hacia la cosa y el ayuno de los moros: fue rescibido con hábito y corcel perpetuo y galeras por seis años”.
    Lo que se deduce de este testimonio del infortunado morisco y de lo contenido en el anterior es que el lugar de Face Retama, tiene una tradición sagrada desde tiempo inmemorial. Que los andalusíes asimilaron de culturas anteriores. El pobre Bernardino fue injustamente condenado a galeras, pues no hizo sino repetir, seguramente, lo que había estado escuchando de sus antepasados de generación en generación.
Sabemos que una tumba cubierta de piedras existió en 1578, en tiempos del morisco Mençafí y también que se encontraron unos huesos en tiempos del Obispo Covarrubias.

¿Pensaría el Obispo Juan Orozco de Cobarrubias que las verdaderas reliquias fueron las halladas en 1610 y no las que fueron recuperadas de Celanova?

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