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Iglesia de San Luis de Granada, Aljama de la Pureza |
Los archivos diocesanos y
concrétamente el Archivo Diocesano de Guadix, es una fuente inmensa de
información para el conocimiento de nuestro pasado. En el campo de la genealogía
son fundamentales, pues aparte de los archivos de los registros civiles, creados
alrededor de 1870 (por tanto demasiado modernos), el catastro del Marqués de la
Ensenada (1752) o los libros de apeos y repartos de suertes que se hallan en
los distintos archivos históricos provinciales, sería muy difícil conocer los
flujos y características de una población de no existir estos archivos.
Los libros parroquiales en que se
registran los bautismos, matrimonios, confirmaciones y entierros, así como los
expedientes matrimoniales en papel de toda la Diócesis de Guadix que comprende
las comarcas de Guadix, Baza y Huescar, además de algunos pueblos limítrofes de
la provincia de Almería que durante un tiempo también pertenecieron a nuestra
Diócesis, y que guardan información desde principios del S. XVI hasta la
actualidad, son fuentes documentales de las que se puede inferir gran cantidad
de datos.
Mi incursión en el Archivo Diocesano
como archivera y también como investigadora me resulta apasionante. En mi árbol
genealógico hay un apellido que siempre despertó mi curiosidad: el apellido
Barquier que perteneció a mi bisabuela materna, Doña Ramona Ruiz Barquier. La
familia Barquier de Guadix, popularmente conocidos como los “Levitas” aquí,
descienden todos de un mismo tronco común y su origen, como bien me dictaba la
intuición, es francés. El primer Barquier que aterrizó en Guadix, lo hizo desde
Granada, como bien lo dice la partida de bautismo más antigua que he encontrado
de este apellido en nuestro archivo, contenido en el expediente matrimonial de
Antonio Manuel Barquier Suárez:
“En la Ciudad de Granada, en cuatro días del mes de julio de mil
setecientos setenta y nueve años, yo, don Esteban Valverde, teniente de cura de
esta Iglesia Parroquial de San Justo y Pastor, bauticé solemnemente en ella a
Antonio Manuel que nació el tres de dicho mes y año, hijo legítimo de legítimo
matrimonio de Giraldo Barquier, bautizado en la Iglesia de San Gil, y de
Francisca Suarez, quien lo está en la de Santa María Magdalena de esta ciudad.
Fueron sus compadres Miguel Márquez y María Fernández, testigos, Gaspar de la
Fuente y Juan de Robles…”
Después, telefoneé a mi compañera de
profesión, Inmaculada Bertos Maldonado, archivera en el Archivo Histórico Diocesano de Granada para
pedir que buscara la partida de Giraldo Barquier, el padre del niño de la
partida anterior, sin una fecha concreta, en un rango de años aproximados en
que yo creía que podía haber nacido y en la parroquia de San Gil y Santa Ana,
esa iglesia tan bonita que está junto al río Darro, a los pies de la colina de
la Alhambra. Inmaculada, que me atendió muy amablemente, fue muy eficiente y
encontró la partida, inmediatamente me envió una copia literal de la misma que dice así:
“En la ciudad de Granada, en ocho días del mes de Agosto de mil
setecientos cincuenta y dos años. Yo Don Salvador Malagón, Cura de esta Iglesia
parroquial de Señor San Gil, bauticé en ella solemnemente a Giraldo Ciríaco,
que nació hoy día de la fecha. Hijo legítimo de legítimo Matrimonio de Giraldo
Barquier, natural del lugar de Bi, Obispado de San Flor, del reino de Francia y
de Ana de Flores, natural de la villa de Montefrío, su mujer. Fueron sus
compadres, Ramón de Capel y Doña María de Carvajal y testigos. D. Luís de
Carvajal, Manuel Montenegro y Simón Baras, vecinos así mismo de esta Ciudad. Y
lo firmé. Don Salvador Malagón.”
Así se confirmaron mis sospechas.
Pero mi curiosidad no quedó satisfecha y comencé una búsqueda de documentación
en la red que pudiera arrojar alguna luz sobre el origen de los franceses en
Granada. Saint Flour es un municipio francés de 6.625 habitantes que pertenece
al departamento de Cantal y la región de Auvernia (Centro sur de Francia), de
esta zona, según he podido saber por un artículo de Emilio Benedicto Gimeno “Mercaderes y artesanos franceses en el sur
de Aragón. La emigración en Calamocha, 1530-1791”, vinieron muchos
franceses, atraídos por la inflación que sufrieron los precios y salarios en el
siglo XVI tras la llegada de los metales preciosos americanos, por lo que
resultaba de rentable trabajar en nuestro país, ahorrando un pequeño capital
que luego gastarán en sus localidades natales. Desde Aragón, se fueron
extendiendo después a otros lugares de nuestro país. Gran cantidad de tejedores,
mercaderes, panaderos y sobre todo caldereros vinieron a asentarse en España, y
el 96% procedían del departamento francés de Cantal. Pero el artículo que me ha
aportado más información es el del profesor Luis López-Guadalupe Muñoz,
director del Departamento de Historia Moderna y de América de la Universidad de
Granada, su artículo “La hermandad de los franceses de Granada en el siglo
XVIII". La Hermandad de San Luis Rey de Francia de Granada que estaba formada
por una comunidad miembros de gremios distintos, cuyo origen era francés,
estaba en el barrio del Albaicín, en la Iglesia de San Luis, consagrada al santo
rey de Francia, posteriormente se bajaron al convento y religiosos de señor San
Antón. El cambio se hizo, según el autor, porque una parroquia en la ciudad
alta, no era el lugar más cómodo para una cofradía como aquella por sus
ocupaciones artesanales y comerciales. Siendo la feligresía de La Magdalena de
Granada, frontera con el Convento de San Antón, la que absorbería la cofradía.
Doña Francisca Suárez, esposa de Giraldo Barquier, era de la parroquia de La
Magdalena de Granada.
Se trataba de una agrupación social,
tanto o más que religiosa, en la que se celebraba la ceremonia de presentación y
aprobación de las cuentas de cada ejercicio. Dirigía la Hermandad el hermano
mayor y el mayordomo, un escribano, un fiscal, un padre de ánimas, un vendedor
de bienes y cuatro diputados. Estos cargos se renovaban cada año, en Cabildo
celebrado al domingo siguiente de la festividad de San Luis. No bastaba con ser
francés de nacimiento para ingresar en la hermandad. Nunca eran admitidos los “hombres
de mala vida que andaran por tabernas y bodegones, casas de juego, matantes y
acuchilladores, amancebados o frecuentadores de rameras…”. Los beneficios
recibidos por los hermanos de la cofradía: la atención en caso de enfermedad,
con visita y vela, si era necesaria del enfermo. El incumplimiento de este
precepto llevaba aparejada la pena de “una libra de cera y dos reales para una
misa de salud o de alma por el tal enfermo”, tenían derecho a que los demás
hermanos asistieran a su entierro, a una misa en altar privilegiado de ánimas,
a la misa de cuerpo presente, a oraciones por su alma y a diecisiete misas
rezadas. Estos mismos servicios se prestaban a las esposas e hijos de los
cofrades.
El nombre de pila de nuestro Giraldo
Barquier fue castellanizado, he sabido más tarde que su nombre era Geraud Vaquier, de la comuna de Vic Sur Cere (departamento de Cantal). Queda
esclarecido por tanto el origen de este apellido, que también es uno de los
míos.